Durante los años treinta viajó a España, donde en 1935, abrazó el catolicismo; durante la Guerra Civil Española apoyó además al bando sublevado, y afirmó haber combatido a su favor. Cuando el 18 de julio de 1936 tuvo lugar el golpe de Estado, Campbell estaba en Toledo y vivía junto a un convento de la Orden carmelita con cuyos religiosos mantenía una excelente relación. Tanto, que temiendo lo que iba a pasar y pasó, los frailes le confiaron los manuscritos originales de las obras de San Juan de la Cruz en un arcón de madera.
Campbell tuvo el acierto de esconderlo en su casa cuando el Frente Popular se hizo con el control de la situación en la Ciudad Imperial. Los quince carmelitas amigos de Campbell fueron sacados del convento y fusilados en la plaza uno a uno. Los milicianos, que sabían de su amistad con el poeta, registraron también su casa, pero milagrosamente no encontraron el arcón, a pesar de que destrozaron otras de sus pertenencias.
Campbell logró huir de España con los suyos en un barco inglés y, de nuevo en el Reino Unido, censuró la actitud de su gobierno, favorable a un Frente Popular al que había visto en acción. Inmortalizó con un poema, «The Carmelites of Toledo», la tragedia de la que había sido testigo presencial.
Una muestra de sus versos en ingles «El Alcazar Minado» traducido por Emilio Dominguez.