TESTIMONIOS FAMILIARES

           CABO DE LA GUARDIA CIVIL CAYETANO RODRIGUEZ CARIDAD

TESTIMONIO DE SU NIETA ELENA ARTUS RODRIGUEZ

Cayetano Rodríguez Caridad nació en Badajoz, estuvo de joven trabajando en las minas de Río Tinto como especialista en explosivos. 

Se casó con Concepción y tuvieron seis hijos: María Luisa – Concepción – Miguel – Manuela – Cayetano y Antonia (mi madre). De los que no vive ninguno.

Con anterioridad al  18 de julio, estaba destinado como Comandante de puesto en Valdemoro. 

Cuando entró en el Alcázar lo hizo con sus dos caballos, uno llamado Lucero, que era su favorito, y que los dio para alimento. 

Su mujer, que quedó fuera del Alcázar fue perseguida en  Madrid por lo que tuvo que enviar fuera a sus hijos (dos en Francia). 

El cabo minero como así le llamaban destacó en la defensa del Alcázar junto al Teniente Barber  siguiendo  todo  el proceso de colocación de las minas y salvando muchas vidas

Se le propuso para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando sustanciada en la Orden General del Ejército del Centro el día 8 de enero de 1938 (BOE de 28 de enero de 1938). 

Escribe el Coronel Moscardó: 

“El cabo de la Guardia Civil D. Cayetano Rodríguez Caridad comenzó prestando durante la primera parte del asedio los servicios profesionales de su empleo, donde siempre dio muestras de gran respeto y valor. Se prestó voluntariamente como observador de los trabajos que el enemigo hacía para la construcción de las minas, siendo muy útiles las noticias que proporcionó al Mando, no solo por el conocimiento que tenía de la construcción de galerías por ser de oficio minero, sino también por el grandísimo interés que puso en el desempeño de su cometido haciendo observaciones por las alcantarillas y salidas nocturnas para apreciar de una manera concreta los trabajos por el ruido y explosión de los barrenos» 

La noche del 17 de septiembre y bajo el mando del Teniente Cuesta, el cabo minero Cayetano Rodríguez Caridad y los guardias civiles Victoriano Sánchez Díaz, Domingo García García y Máximo González González iban comprobando si había minas en el subsuelo. 

A las 6,15 estalla la mina destruyendo el torreón suroeste y el muro de la fachada oeste. Saltan por el aire toneladas de piedras y el humo y el polvo lo enmudece todo. 

Cinco mil kilos de trilita emplearon para volar todo el Alcázar. 

Su explosión causó las bajas del Teniente Joaquín Cuesta de Ancos, los guardias civiles Domingo García García y Máximo González González y el animoso y valiente cabo de la Guardia Civil Cayetano Rodríguez Caridad. 

 El capitán de la Guardia Civil don Esteban Valls Ochoa declara:

“El cabo Caridad, por haber sido minero con anterioridad a pertenecer al Instituto había sido encargado especialmente por el Mando de hacer cuantas observaciones pudiera, tanto en el interior del edificio como en las salidas que se efectuaban al exterior, para tratar de conseguir, como práctico en la materia, la localización de las minas, toda vez que cada día era más sospechoso el que alguna mina pudiera explotar y siempre estuvo en contacto y antecedentes con el Mando para evitar cualquier catástrofe (…) el referido cabo se ha pasado noches y días enteros tirado en el suelo, encima de una manta y con el oído en la tierra para precisar y localizar cualquier ruido sospechoso, según su sistema de prácticas, en diferentes sitios, tales como Capuchinas, Santa Leocadia, en el sótano inferior, donde estaban las mujeres y niños, en la imprenta y en otros diferentes sitios que no recuerda, y muy especialmente en el frente oeste del Alcázar y torreones; igualmente pasaba en observación en diferentes sitios que no recuerda, y muy especialmente en el frente oeste del Alcázar y torreones; igualmente pasaba en observación en diferentes puntos aguantando el fuego enemigo, en las ventanas y en otros lugares, con grave riesgo de su vida, para lograr contrastar todos los ruidos del compresor y explosiones de los barrenos en la galería subterránea donde estaba trabajando el enemigo para explotar la mina, poniendo un grandísimo interés en todo ello, y en diferentes conversaciones que tuvo con el declarante, referente a los conocimientos de minero que tenía y a la misión que el Mando le había confiado, siempre se manifestaba con un alto y ejemplar espíritu por la confianza que en él habían depositado sus Jefes  y por lo cual tenía que lograr localizar el punto exacto de la colocación de la mina para dar lugar a que su aviso llegase con tiempo para evitar bajas en los defensores, aun cuando a él le costara la vida. “

El capitán de Infantería Enrique Gastesi Barreiro declaró en el juicio contradictorio para concederle la Cruz Laureada de San Fernando, lo siguiente:

“Que aunque no fue testigo presencial del hecho, conoce los servicios prestados por el cabo Rodríguez Caridad, que dado su antiguo oficio de minero, voluntariamente se prestó para, durante los trabajos de mina del enemigo, estar a la escucha y tener al Mando al corriente de la marcha de los trabajos que realizaban los rojos para volar el Alcázar. Que desde el momento en que se comenzó a sospechar que el enemigo realizaba dichos trabajos, dicho cabo comenzó su servicio de escucha, y tanto la guarnición como al personal civil refugiado en el Alcázar, en las conversaciones que pudo presenciar se manifestaba no dando importancia al asunto aunque la verdad es que al Mando le tenía al corriente de la gravedad de la situación; con ello contribuyó a mantener el espíritu de los recluidos en la Academia, y solamente el Mando y algunos Oficiales sabía con certeza la verdadera situación, estando enterado el que esto expone de ello, porque el cabo Rodríguez Caridad durante la noche dormía en las inmediaciones de los puestos que guarnecía el Sector a mi mando (comedor y fregaderos), por lo que en las frecuentes conversaciones que mantuvo con él pudo darse cuenta de los magníficos servicios que prestaba y sin darle importancia, ya que evitaron un gran número de bajas, sobre todo en mujeres y niños, y, además, con su proceder hizo que no decayera el espíritu de las tropas. “

El comandante Villalba glosa así la figura del Cabo Rodríguez Caridad: 

“Acto no de valor sino de un extremado  cumplimiento del deber digno de resaltar  fue el del cabo Rodríguez Caridad, muerto el 18 de septiembre de 1936, aplastado por los escombros que produjo la explosión de la mina. 

Este Guardia Civil antes de ingresar en el cuerpo tuvo oficio de minero y de aquí que conociera todo lo referente a trabajos subterráneos. Al tener noticias de la labor que estaban llevando los milicianos en tal sentido, desde el primer momento y de forma voluntaria, se puso a disposición del teniente Barber para mantener una vigilancia sobre los progresos de la mina. 

El día 17 se supo que habían terminado los trabajos de la mina y se adoptaron las medidas de seguridad necesarias para la defensa del Alcázar, con el fin de  evitar que los defensores murieran aplastados cuando hiciera explosión, en esta tesitura, el cabo Rodríguez Caridad permaneció en las inmediaciones de donde procedían los ruidos de los trabajos de la mina con grave peligro para él, lo cual se le advirtió, pero dijo que si con su sacrificio se podían salvar muchas vidas, él permanecería en el lugar, en el que desgraciadamente le sorprendió la explosión , quedando enterrado entre los escombros. Su cadáver fue rescatado años después, concretamente el día 20 de febrero de 1955. «

Hasta que no se encontró el cadáver de mi abuelo, mi abuela no pudo reclamar pensión de viudedad y pasó muchísimas dificultades.

Su hija Antonia fue enviada a un Colegio de monjas para  huérfanos de militares que había en Vigo.